Queridos feligreses:
Iniciamos, un año más, el tiempo de Cuaresma. Pero lo hacemos en unas circunstancias nuevas. Todavía no nos demos despedido definitivamente de la pandemia que nos está acompañando desde hace ya dos años, y nos ha visitado una circunstancia nueva que jamás hubiéramos imaginado en pleno siglo XXI: una guerra en Europa, en Ucrania, muy cerca de nosotros.
Si la pandemia nos ha llegado, pensemos, que en circunstancias naturales, la guerra ha estallado por el deseo de poder del ser humano. Deseo que no se satisface nunca y que conduce a poner en práctica lo peor de la raza humana.
En este contexto, la Cuaresma se nos ofrece como un tiempo de gracia y de salvación, como una oportunidad para convertirnos al Señor y para mejorar nuestras relaciones con nuestro prójimo.
El lema de a Cuaresma “¡Cambia el rumbo de tu vida!” es una invitación a orientar nuestra vida hacia el corazón de Dios, que nos busca y trata de atraernos para que podamos vivir en paz los unos con los otros y todos con Él.
El mensaje para la Cuaresma del Papa Francisco se ha inspirado en la Escritura: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a).
Para vivir este espíritu el Papa nos recomienda tres cosas:
Que no nos cansemos de orar: “Jesús nos ha enseñado que es necesario «orar siempre sin desanimarse» ( Lc 18,1). Necesitamos orar porque necesitamos a Dios”.
Que no nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida: “Que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado”.
Que no nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo: “Durante esta Cuaresma practiquemos la limosna, dando con alegría (cf. 2 Co 9,7). Dios, «quien provee semilla al sembrador y pan para comer» (2 Co 9,10), nos proporciona a cada uno no sólo lo que necesitamos para subsistir, sino también para que podamos ser generosos en el hacer el bien a los demás”.
Que el Señor nos bendiga a todos y que, por mediación de María Auxiliadora, conceda la PAZ al mundo.
Jesús María Álvarez Martínez